Llevo algo más de quince días acoplándome al cambio, extraño ya los amaneceres campesinos, extraño mis tardes con Juan Pistolas, de ron, libros y sexo.
En mi nuevo trabajo, la jornada es extenuante, tengo una hora de almuerzo, lo reposo recostándome bajo un hermoso Olmo en un parquecito cercano y observo a la gente que pasa por allí... Había olvidado la vida urbana matutina, el gentío formando una nata de cabezas fundidas como en un hormiguero, e ignotos todos de quien está a su lado... los cánticos de pájaros mezclados con, el eco de la urbe, el carcajeo de tacones resonantes en el piso y el bufar de motos apiñadas..., todo ello es un lienzo exótico para mi... La luz aquí es distinta, un polvo a contraluz le da un toque evocador al teatro de escenas que presencio.
De otro lado, tengo miedo..., aunque en la entrevista para la vacante fui sincero de mi condición, es la primera vez después de mi accidente que retomo la vida urbana, temo que aparezcan secuelas de mi amnesia, temo desentonar y pasar como un bicho raro..., de hecho, me he encontrado con compañeros de la U, de quienes poco me acuerdo, por cortesía respondo a sus saludos.
Estoy también ansioso y expectante, pues está tomando forma un ciclo de seminarios que estamos organizando con un amigo, sobre un tema que nos apasiona “La complejidad”, pronto les daré más detalles.
posted by rafico @ 1:38 p. m. Comentarios: 6