***
El comandante de policía del pueblo lleva algo más de dos años por acá, mi relación con él es cordial y parca, cuando nos encontramos, nos saludábamos solo mencionando nuestros apellidos, yo le digo “mi Cabo LLLLLLL” y él me contesta, “señor BBBBBB”.
Sucede, que los ladrones le robaron a un familiar unas cabezas de ganado, y en la diligencia de informar el hecho, tuve la oportunidad de intercambiar algunas ideas y anécdotas con mi Cabo.
En ese contexto, grande fue mi sorpresa, cuando sin el menor resquemor me dice él, mas o menos así: - El problema de los ladrones se acaba, es matándolos, que él sabe de unos sospechosos del robo de ese ganado, y que le recomendaba a mi familia tomar justicia por nuestras propias manos, antes de que esos hijuep%#@& queden en libertad en un par de meses…, que le avisara para facilitar el asunto”.-
Quede frío…
Con lo que me dijo y en la situación en la que estaba, sabía que, más que nunca debía medir mis palabras y respuestas, para no generar mal entendidos o comprometerme sin querer con algo inicuo.
No se imagina el sigilo con el que tuve que enfrentar esa conversación… Solo le diré que nunca entre a justificarlo o contradecirlo.
Sin duda, varios matices de reflexión quedan: la no justicia, la impunidad, la ligereza argumentativa, el dolor de patria… Pero lo que me tiene sacudido, es el cómo se desencadena las cosas y cómo se encuba tan fácilmente las tragedias.
posted by rafico @ 12:25 p. m. Comentarios: 9