domingo, marzo 12

ALGO PASÓ

Un día presencie una escena cruel y con la opresión del momento, me dispuse a escribir sobre ello:

La realidad dilapida los momentos contemplativos de un hombre.

Perdía mi mirada en un gentío detrás de un cristal, y meditaba, cómo este ombligo de mundo, es cosmos, jungla y hormiguero fundidos, cómo vecinos y fulanos, amamantan bonitas formas con solo ser, e ignotos todosbajo esa junta, emerge en bretones, la cimera humana moteada con idiosincrasia única.

En ondas, trastos bufan.

Siderurgias adoquinadas, cardinales fábricas, Orinoco de calles y busetas en dársenas, arman el leso lienzo, dosel del domo que cobija a este downtown, y detrás como atril, un armazón de fúlgidas historias.

Enfrente, un atasco apiña y conspira, al fondo, en falcónido tono alguien gimotea.

Cual onerosas canoas, libélulas de motos sus cantaros amarran,y con el zumbo intencionado de sus chóferes, captan el atisbo de los inertes.

Entre baladros y silbidos, el cuerpo de ese hombre titubea,tumba el taburete tarugo de su sostén, el andén navaja de su afán lo ennecia,sigue, y estropea al de la túnica azul con su hoz, por fin ya inhibido, orático se marcha.

Nata de cabezas, respeten la vulnerabilidad de aquel que en la acera está.

En ritual esquivo, los inicuos testigos que avivaron la tragedia, ante el exceso del suceso eclosionan,el carcajeo de sus tacones resonantes en el cascajo desatado por la estampida, los embelesa,ya reposados en una esquina, jaranas y palabras, sus gargantas expelan como espuelas, el aullar de la sirena, un par de apáticos y un inerme boca abajo, es todo lo que queda.

Ciudad, imaginario constreñido por situaciones desbordadas,
donde no son ríos sus arterias, sino límites de miasmas,
los mantos vidriosos de autos, cuartos y habitáculos,
es tibia frontera que acoraza contra los bruscos ecos y la vibra callejera,
adentro, la censura solo susurra encumbrada,
afuera, la realidad lozana pulula y abofetea,
cómplice por inercia, arropado como anónimo entre las gradas de este teatro de escenas,
evado, olvido y reoriento memo mi mirada.

A hoy, no sé lo que sucedió con aquel hombre.

Villavicencio enero 2004

PD
Esta es la primera entrada de este Blog, quise comenzar con esta historia, porque recuerdo de manera precisa aquel hombre de camisa azul.
Una realidad es la que concluimos con nuestra elucubración intelectual y otra realidad es, cuando ésta la sentimos en la piel.

 

posted by rafico @ 3:51 p. m. Comentarios: 5


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